lunes, 31 de marzo de 2008

miércoles, 12 de marzo de 2008

operacion sin anestesia 2ª parte

.... Se enteraron perfectamente del cañonazo de Ramón; pero como el médico era un profesional, le animó a Ramón, y a mi tambien, a que soltaramos los aires como fuera, que era muy bueno para la operación.
En que hora se le ocurrió decir eso al médico. Según iban saliendo los tres médicos y Lola la enfermera por la puerta, soltó Ramón otro cohete; y uno de los médicos , el más bajito, se le cayeron las gafas que llevaba en la mano al suelo. Lola se volvió con cara de mala leche como queriendo ir a la cama de Ramón y agarrarle del cuello; pero Ramón estaba feliz "como lo habia dicho el médico...".
Pasó un rato y la sesión de pedos iba subiendo de tono, ya no nos daba verguenza a ninguno de los dos, ¡como era bueno para la operación!.
Ese día por la tarde Ramón tuvo visita. Habia venido su mujer Paca y Angelito, su hijo de 11 años. ramón contó a su mujer todo lo que nos habia pasado con la enfermera Lola, y que nos habia dado el médico carta blanca para tirarnos tantos pedos como quisiéramos. La mujer se tapó la boca para sujetar la risa. No sabia el médico el alcance que podia tener la famosa frasecita de que "era bueno para la operación".
Empezó Ramón apretando hasta que apareció el primero, luego el segundo y el tercero y el cuarto. El niño se reia como si le fuera a dar un ataque. Como veia el niño, que la habitación era una fiesta, y además de las que le gustaban a él, se aventuró a soltar uno él tambien. El que soltó el niño no hacia honor al cuerpo tan pequeño de donde habia salido. Era un pedo totalmente de adulto, y además con olor. El niño se quedó blanco e inmediatamente tuvimos que abrir la ventana de par en par para ventilar la habitación. La mujer de Ramón sacó al niño por el cuello al pasillo con los pies arrastra, suponque que para que se le ventilara el traje, ya que lo habia estrenado para venir al hospital a ver a su padre. Al rato vino Lola de malas maneras y cerró la ventana dando un golpe fuerte.
Antes de que saliera Lola de la habitación entró la mujer de Ramón.
- Que tal se portan los enfermos? dijo la mujer de Ramón con una sonrisilla cómplice con su marido. Lola se dio cuenta que la mujer queria guerra. Al rato pasó otra enfermera con dos manzanillas y dos paquetes de galletas en la bandeja.
Como Lola veia que con Ramón no podia , pagó el pato con el niño que estaba allí de pie inocentemente mirando las galletas. Lola se quedó mirando al niño como tratando de sacar un chiste o algo gracioso. Las orejas que tenia el niño le facilitaron el camino para hecer el chiste. Según estaba el niño mirando las galletas se adelantó Lola, y sin más, le dijo con voz suave:
- Hijo, no se te ocurra mover las orejas cerca de las tazas, no sea que le enfries la manzanilla a papá.
El niño no sabia que queria decir Lola acon la frase irónica. Angelito pensaba seguramente que tenia poderes en las orejas, y de vez en cuando hacia muecas con la cara intentando que las orejas se movieran.
Ramón se tiró en presencia de todos los que estábamos en la habitación (incluida Lola) un ruidoso pedo, y dijo riéndose a carcajas:
- "Lola no tengo palabras"... Me gustaria agradecerle todo lo que ha hecho por mi, las risas que nos ha provocado cuando tropezaba y se empotraba contra la pared, con la cofia de medio lado...
Lola le interrumpió, y mirando a Paca, (la mujer de Ramón), la dijo:
¿Sabe usted que esta prohibido subir bebidas alcoholicas a las habitaciones de los enfermos? ¿No estara borracho? Porque como este borracho le empapelo.
- No, que va, hace tiempo que no lo cato, pero no estaria de más abrir una botellita de cava para celebrar que nos van a dar el alta. ¿que le parece Lola? Solo una copita- dijo Ramón
Yo ya veia que la historia se estaba terminando y que no me volveria a reir tanto como lo hice en el hospital en compañia de Ramón.
Efectivamente, al otro dia nos dieron el alta por la mañana, y cada uno tomamos caminos diferentes.

P.A. Esta historia es cierta en gran parte, hay cosas que las he aumentado un poco , pero a grandes rasgos me ocurrió el año que me operaron de apendicitis.

Sintiendo...

Siento mi corazón efervescente.
Estalla en gotas rotas.
Y mis manos desnudas
pareceque te alcanzan,
en el aire que canta dolor.

Siento mis ojos
cansados de no verte.
Pesados como rocas.
Ausentes como patrias
Dolidos y llovidos
de tempestades secas.

Siento como si fueras parte mia.
Un trozo de pie,
tal vez el alma,
la parte mas profunda
que se estanca.

Siento tu sombra,
pegada en armonia
entre mis gestos mudos,
Desgarrando despacio mi esperanza.
Elevándome al cielo.
Empujándome al hueco

Siento mi corazón alli...
En tus manos...

viernes, 7 de marzo de 2008

lagrimas nocturnas

Hay soledad de luna en los tejados frios
las lágrimas de plata no arrancan a mojar,
el cielo está indeciso, no quiere sollozar.
Va descalza la noche presintiendo las piedras.
Le hieren vacilante, de rojos tormentosos,
sus nocturnos azules.
Los pájaros del duelo aguantan su garganta.
No doblan las campanas, se quedan las estrellas
confusas, sin mirar.
Se duermen los dolores reteniendo pasiones.
Permanece la noche dolorida, altiva, estoica, grave...
A punto de llorar

martes, 26 de febrero de 2008

Operación sin anestesia

Fue en el hospital, recién operado de apendicitis. Tenia un compañero en la habitación que se llamaba Ramón, y tambien estaba operado de apendicitis como yo. Mucha gente dice que no les gusta estar en los hospitales, que se ven muchas calamidades. Aquí en esta historia, todo sucede de otra forma.
El amigo Ramón recien operado y con los puntos recientes se fue a sentar en la cama para acostarse; lo hacia tan despacio, que hasta doblar el cuerpo tardó por lo menos 5 minutos. Cuando casi lo habia conseguido; la cama, como tenia ruedas, se le fue hacia un lado, y el amigo Ramón cayó con los pies hacia arriba, al mismo tiempo que gritaba de dolor. Yo no le pude ayudar porque estaba en sus mismas condiciones con los puntos. Pero lo que si notaba, era un sudor frio que me corria por la frente. Queria reirme a carcajada limpia pero no podia. Tuve que contenerme por los puntos, y casi me pongo más enfermo de lo que estaba. Se levantó como pudo con ayuda de un enfermero, y lo metió en la cama como un cacharro viejo.
Ese mismo dia por la tarde, cuando ya se le habia pasado, le veo que se dirige a la taquilla y coge los zapatos. (yo pensaba que se iba sin el alta del médico) Lo que iba a hacer era atar la cama a una tuberia de la calefacción que sobresalia de la pared con los cordones de los zapatos. Así lo hizo, y al siguiente dia por la mañana temprano, cuando vino Lola la enfermera con los termómetros en la bandeja y las pastillitas que teniamos que tomar, pegó un tropezón con el cordón del zapato, y fue a estrellar la cabeza en el televisor que teniamos a nuestros pies de la cama; la bandeja la estrelló contra la pared y el televisor lo hizo añicos.
Yo notaba como de un momento a otro se me iba a soltar algún punto de la cicatriz. Tuve que agarrar la sábana fuerte con la mano y poner todos los músculos tensos del cuerpo para no reirme. Cuando vi que se incorporaba del suelo la enfermera, la cofia que llevaba la tenia de medio lado, igual que los toreros cuando hacen el paseillo. No pude más, me entró un hipo nervioso que no pude controlar, y se me soltó un punto. tuvieron que hacerme una cura urgente. Ramón que lo vió todo se tapaba la cabeza con la sábana, para que no le viera reirse, pero le delató la cama que se movia sola, como si dos recien casados estuvieran haciendo el amor. La enfermera, después de echarle la bronca, se fue maldiciendo en varios idiomas.
- ¡ Ya nos ha jodido el partido de esta tarde!- dijo Ramón cuando salió Lola de la habitación.
Al rato , entró otra enfermera, y muy educadamente nos dijo:
-Si necesitais ayuda, solo tenéis que pulsar la pera y vendremos alguna de nosotras. No hace falta que aten cuerdas ni nada por el estilo, nosotras estamos para ayudar.
Todo esto sucedió un martes; el miercoles, el amigo Ramón preparó otra. Como le tiraban los puntos y no podia estar mucho tiempo de pie, enchufaba la maquinilla de afeitar en un enchufe que tenia detrás de la cama y se afeitaba acostado.
El problema era luego quitar el cable del enchufe, él no llegaba, y tenia que levantarse. Se me ocurrió a mi, que llamara a la enfermera con la pera para que quitara el cable. Cuando vimos a la amiga Lola aparecer por la puerta, me empecé a acordar de la cofia, y notaba otra vez el sudor frio. Ramón cuando la vio no la aguantó la mirada, y mirando hacia el suelo la dijo en voz baja:
-Es para que me quite el cable de la maquinilla del enchufe, que no llego.
Después de echarle la bronca por afeitarse en la cama, se agachó para tirar del cable, con tan mala suerte que el cable estaba un poco pelado del uso, y la arreó un calambrazo que se cayó de espaldas. Al ir a incorporarse tiró con la otra mano el vaso de agua que tenia Ramón en la mesilla. Al derramarse el agua en el suelo y no soltar el cable, se puso a bailar como una loca enfrente de la ventana; (el que la viera desde la calle, pensaria que estaba bailando alguna canción de Georgie Dann). Yo desde la otra cama chorreando de sudor la decia:
- ¡Suelte el cable, suelte el cable! pero ella no lo soltó, parecia qeu le habia cogido cariño. Me puse rojo, rojo, me entró el hipo, se me soltó otra vez el punto, y lo que no me habia pasado nunca: me cagué.
La enfermera Lola tenia los pelos de punta, y la cofia, era la segunda vez que hacia el paseillo en dos dias. Por una parte queria que me cambiaran de habitación, pero por otra parte pensaba que la diversión estaba garantizada y sin sacar entrada, aunque me costara sufrir.
Al dia siguiente por la mañana se presentó la enfermera Lola otra vez con los termómetros y las pastillitas. Mi imaginación sin quererlo se iba hacia la cofia, pensando lo bien que la llevaba puesta. Tambien pensaba que la pastillita que nos traia, seria veneno o algo peor, o el termómetro que nos iba a poner en la boca, lo habia tenido algún enfermo de otra habitación puesto en el culo y Lola no lo habia limpiado. NO sé, mil cosas me pasaban por la cabeza. Antes de salir Lola de la habitación , la dijó Ramón, como si llamara a un camarero....
- ¡Enfermera! , ¿Cuándo nos van a traer la tene nueva? Lola se volvió dando un respingo y le dijo:
- Cuando la pagues, cabrón, y se fue.
Seguian pasando las horas y nuestra mejoria se iba notando, pero como no habiamos comido nada sólido las tripas las teniamos llenas de aire. Era bueno soltarlo pero daba corte porque teniamos la puerta abierta y se oia todo.
Al amigo Ramón parecian no importarle eso y empezó el show, primero tirando uno flojito para observar. Como vió que no pasaba nada tiró otro, pero éste ya iba un poco subido de tono. Yo ya estaba empezando a coger confianza tambien y me tiré uno flojito como el primero de Ramón. Nadie se enteró, excepto Ramón que vi como giraba la cabeza. El tercero de él fue de denuncia. Sonó como un cohete, con tan mala suerte que entraba el médico en ese momento con dos colegas más y Lola la enfermera pasando visita. Lo siento..... Continuara

lunes, 25 de febrero de 2008

Me subo a las estrellas y contemplo el universo inmerso en su locura.
Palpo en el aire los amores, los odios, los encuentros y los desencuentros esparcidos sin dueño.
Y el alma me pregunta de pronto a bocajarro dónde quedó mi niña.
Y yo, subido en lo más alto de mi estrella fugaz, ya no la encuentro.
Ni escucho el eco de sus risas y su pelo.
Ni huelo el olor a llanto fresco de sus ojos.
Ni siento huellas de pies en la brisa alocada del destiempo.
No llegue a tiempo.
He perdido mi niña.
La busco dentro.
De repente, me hurgo el alma con la mano y sin ojos.
Me salta un sapo, sueños y poemas desiertos.
Horas ingravidas perdidas...
Y al fondo, y al refondo del fondo, toco unos pies descalzos muy pequeños
Una cabeza diminuta.
Un cuerpecito acurrucado, que al saberse tocado, deja escapar un beso.

observar es fácil

Quien sabe observar es libre
Quien sabe observar puede crecer
Quien sabe observar puede disfrutar del vuelo de una gaviota, de la risa de un niño y encontrar una estrella en un charco de agua sucia...
Quien sabe observar puede subir a la luna trepando por una fachada, un campanario, un árbol, o un cable, o descifrar en el ruido de la lluvia una sonata de piano.
Quien sabe observar descubre la vida en una piedra, en una pisada marcada en un camino polvoriento, en una hoja seca o en una gota de agua.